Bradley Wiggins cumplió en la primera contrarreloj larga del Tour de Francia, despejó dudas y atemorizó a sus rivales. Wiggo realizó una salida meteórica, reguló en la parte intermedia y volvió a exigirse todo y más al final para ser más líder. Sus rivales comprobaron su superioridad en la prueba contra el crono y están obligados a aprovechar la jornada de descanso para trazar un plan que desestabilice la hegemonía del Sky, Froome fue segundo en la crono y es tercero en la general.
En Abbans-Dessus, tras superar la parte más exigente de la contrarreloj y alcanzar su punto más alto, 379 metros, las sensaciones transmitidas por el Sky debieron desconsolar a sus rivales. Wiggins mejoraba en cinco segundos el tiempo de Froome, Menchov cedía 54 segundos, Nibali 57 y Evans más de un minuto. Y sólo llevaban dieciséis kilómetros de crono.
Pero el rumbo de la crono, y del Tour, amenazaba con hacer un quiebro en Avanne, segundo punto intermedio, y evitar el trayecto directo a Gran Bretaña. El siguiente tramo de quince kilómetros indicaba que Evans sólo hacía cedido diecisiete segundos sobre Wiggins, al igual que Nibali y Menchov, había minimizado pérdidas y la posibilidad de que el Sky se desinflara en la parte final de la crono, precedente de un bajón en la última semana de Tour, parecía más probable, parecía real.
“Las diferencia se abrían en los últimos diez kilómetro”, comentaba Wiggins a la llegada. El segundo punto intermedio, un espejismo. Wiggins respiró, recuperó y apretó en el último diez mil. Otros veintitrés segundos le metió a Cadel Evans, a priori su más duro rival, otros 29 a Nibali, que cerró una crono fantástica, todo sea dicho, y treinta y siete a Denis Menchov. La corona británica no hace concesiones ante nadie.