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PROFESIONALES jueves, 18 de febrero de 2021

Luis Balagué, fuga récord en solitario

FUGAS RECORD EN SOLITARIO

La historia del ciclismo está plagada de héroes, muchos de ellos anónimos y más de uno olvidado por el gran público, que realizaron en su día la proeza de rodar horas y horas en solitario por delante del pelotón en etapas de un kilometraje que hoy en día no se estila. Los más no llegaron a meta y fueron absorbidos por el grupo, pero tres de ellos cumplieron su cometido con éxito. Estas son tres historias de tres ciclistas que supieron y pudieron con la soledad, el kilometraje y el pelotón para llegar como ganadores tras largas fugas.

11ª etapa Vuelta a España 1972: Manresa-Zaragoza, 259 kilómetros. Ganador: Luis Balagué, tras una fuga en solitario de 258 kilómetros.

Era la etapa más larga de la edición de la Vuelta a España la que iba a llevar a los ciclistas desde Manresa a Zaragoza. Se habían disputado diez jornadas y el equipo Kas era el dominador de la prueba con Perurena de líder desde la tercera etapa y sus compañeros Lasa, Manzaneque y González Linares ocupando las siguientes plazas en la general con Balagué en el puesto 47 a casi media hora del líder. Por ello José Antonio Momeñe, director del Werner, había advertido a Balagué y a Pepe Grande que había que intentar la fuga para dar una alegría a Juan Carlos Martínez, director de publicidad de la marca que iba a seguir la etapa. Así las cosas, nuestro hombre arrancó nada más darse la salida y para el km 10 ya contaba con más de un minuto de ventaja, diferencia que subió hasta los 4’40” en el alto de Fonollosa, de tercera categoría y única dificultad de la jornada, llegando a tener 13’20” como máxima ventaja en el kilómetro 101. Restaban aún otros 148 hasta Zaragoza, pero al asturiano no se amilanó entre la distancia y el calor que arreciaba y supo administrar los minutos para arribar a la línea de meta con 9’42” sobre el pelotón. Había establecido un récord en la Vuelta a España con una fuga en solitario de 157 kilómetros, lo que le sirvió para ascender al puesto 41 en la clasificación general. Además, había rodado a la media prevista por la organización con casi siete horas de esfuerzo en solitario, rodó a más de 38 km/h de media, cuando la organización había programado una media de 37 km/h. Años antes, el aragonés Angel Ibáñez había entrado en solitario en la meta de Zaragoza en la Vuelta del año 1967 después de una larga fuga de 170 kilómetros.

El ciclista se llevó un suculento premio en metálico de veintidós mil pesetas, repartidas del siguiente moso: 15.000 como ganador de la etapa, tres mil por pasar en cabeza por las tres Metas Volantes de la jornada, mil por hacerlo en el alto de Fonollosa, dos mil por el premio de la Combatividad y mil por ser líder en la clasificación de la combinada, a lo que hay que adjuntar las diez mil pesetas para su escuadra como ganador de la jornada por equipos, todo esto conseguido con unas décimas de fiebre debido a un fuerte catarro que padecía que le impedía descansar adecuadamente a las noches y que le había hecho pensar en la retirada. Balagué llevaba un año irregular, la caída sufrida en al Vuelta a Andalucía le había impedido participar en las pruebas previas a la Vuelta

Al día siguiente, José Manuel Fuente puso ‘patas arriba’ la general de la Vuelta entrando en la meta de El Formigal con más de seis minutos y medio de ventaja sobre el segundo clasificado.

1. Luis Balagué (Werner) 6h47’14”
2. Cees Koeken (Gousmit-Hoff) a 9’32”
3. Pieter Nassen (Watneys) m.t.
4. Julián Cuevas (Karpy) m.t.
5. Jan Van Katwijk (Gousmit-Hoff) m.t.

Luis Balagué lo recuerda de este modo:’La etapa ponía que eran 259 kilómetros, pero verdaderamente eran 273. Había 14 kilómetros más, y yo anduve 271 reales escapado.

Estaba molesto por lo del día anterior, en una etapa en la que llegábamos a Banyoles y yo iba escapado. Como no había los cambios de bicicleta y demás que hay hoy en día, me pararon ya que Agustín Tamames había roto una biela para pasarle la bici. Llevaba tres minutos por delante y aquella etapa la ganaba yo, seguro. No dormí en toda la noche pensando en la sangre que iba a hacer en la siguiente etapa. Aparte de lo larga que era la etapa, a la mañana había que desplazarse desde Banyoles a Manresa, muchísimos kilómetros, con un frió del demonio, nevando,…y solamente por lo que me habían hecho el día anterior, estaba dispuesto a hacer daño. Estaba dolido. Tenía idea de atacar nada más salir. Pero salieron tras mí Labourdette y Leif Mortensen,… y formaron un grupo de unos quince ciclistas que rodaron a poco tiempo durante unos noventa kilómetros. Lo que está claro es que no me dejaron, yo veía cómo venía la carrera por detrás en las curvas y contracurvas, y pensaba. ‘A ver si dejan de entenderse y levantan un poco el pie’. Todo acabó al llegar a Cervera, ya tenía un minuto yendo a mil por hora. De allí en adelante se calmaron y poquito y ya fui sacando tiempo poco a poco hasta llegar a contar con doce minutos. Fíjate qué media hice que al año siguiente, con Merckx y Ocaña, se hizo la misma escapada y Ocaña me iba comentando que si yo solo

había sido capaz de ir por esos caminos y a esa media, porque al año siguiente, yendo en grupo, tardamos mucho más. Recuerdo que en aquella etapa tenía un poco de catarro, y entonces lo quitábamos con aspirinas. Y me había caído en la Vuelta a Andalucía. No la tenía que haber corrido, pero Momeñe, nuestro director, me hizo correr. Pues por ello, que andaba muy bien, me escapé  y estuve por delante unos 20 kilómetros con el pelotón por detrás. Cuando me cogieron, con el Kas a frente, bajé al coche a hablar con Momeñe, y estando así un coche me embistió por detrás. Fue un golpe terrible. Me

Tiró por lo menos quince metros y me fracturó una vértebra. Me quedé sin respiración  no podía mover las piernas, me llevaron al Clínico Universitario de Granada y tardaron dos horas y pico en llegar. Si llego a tener algo aún mas grave, me quedo en el camino. Además era domingo, y no había ningún médico profesional todo eran estudiantes, novatos. Estuve unas tres horas sin poner mover los dedos, ni nada. Luego, poco a poco fui recobrando la normalidad. Al día siguiente se mató Manolo Galera,…’

La temporada de 1972 no fue, a pesar de la victoria en la Vuelta, muy buena para el asturiano. ‘Después de la caída en Andalucía, aún con dolores, me llevaron a la Paris-Niza. No uve mucha suerte en la Vuelta estaba Tamames mejor colocado y había que trabajar para él. En la siguiente etap

a de la que gané yo estaba Perurena (Kas) de líder y su compañero Fuente se marchó con Grande, que corría en nuestro equipo, en la Meta Volante de Huesca. Esa Vuelta la tenía que haber ganado Miguel Mari Lasa, pero asaron cosas en el equipo. Se subía Monrepós y llegábamos, por primera vez, a Formigal. Grande se alió con Fuente y por detrás no se ponían a tirar.’

Nuestro hombre corría entonces en el Werner, equipo por el que fichó en 1970 tras su paso por el Bic francés. ‘Me trajeron para ser el jefe de filas, pero cuando llegaba la hora de trabajar nadie podía, tenía yo que trabajar para todo el mundo. Era un equipo que lo hizo el mallorquín Gabriel Verd y el director era Fernando Manzaneque. Yo debuté como profesional en Bic en el año 1969 en un equipo donde estaban Anquetil, Jan Janssen,… Mi fichaje con Bic fue por que yo viajé a Francia un día con la selección me vio Geminiani en el Tour de Rousillon me fichó para el equipo con Pérez Francés el año en el que Julio Jiménez dejó el equipo para ir a Italia al equipo de Gino Bartali. Ganamos con Anquetil la Vuelta al País Vasco, nos quedamos en la última etapa en normando y yo, los demás se habían retirado, etapa larga de más de doscientos kilómetros. En la Vuelta a Mallorca, que ganó Janssen, igual; se retiraron todos y nos quedamos los dos solos por parte del equipo. Nos atacaban y tenía que defender lo mejor posible al líder. Tras pasar por Francia, para 1970 me fichó en primer lugar el Fagor, me llamaron  Vitoria y me ficharon por setecientas mil pesetas, un dinero que me pagaron. Me llamaron en octubre para darme el cheque y decirme que el equipo no salía, que se deshacía. Entonces vino Fernando Manzaneque a comentarme que ponían un equipo para mí, el Werner. Aquel año fue redondo, cobré dos fichas en vez de una, pero en Werner era yo el criado de todos. Lo que estaba claro que en España no se corría como en Francia, aquí éramos muy anárquicos. En Francia me enseñaron a correr y a ser coequipier. Geminiani me decía que en 1970 iban a jugar mis cartas, pero me calentaron la cabeza, primero con Fagor y finalmente cedí hasta fichar con Werner’

Artículo de URTEKARIA Revue nº 4

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