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GD Fagor 1966: Cooperativa Mondragón da el salto a profesionales (I)
Grupo Deportivo Fagor (1966-1969): Cuatro temporadas de azul celeste en el pelotón ciclista profesional Fagor 1966: A escena (I) Ocurrió todo bastante de repente, aunque la verdad es que no dejaron ni un centímetro a la improvisación. Los del Grupo Cooperativo de Mondragón sabían bien lo que querían y creían poseer los mimbres para ello, tal y como se iban desarrollando los acontecimientos durante la temporada de 1965. Dicho año resultó de una significación especial para el ciclismo en Gipuzkoa. La adjudicación de los Campeonatos del Mundo a la capital donostiarra aceleró el ritmo txirrindulari de una zona con mucha tradición ciclista desde que los velocípedos hicieron su aparición por el País Vasco. El velódromo, inicialmente descubierto, de Anoeta se hizo realidad y la propia adjudicación por parte de la UCI dejaba bien a las claras la capacidad organizativa de los dirigentes donostiarras. En lo deportivo, nombres de mucho nivel se disputaron el maillot arco íris hasta el último metro del circuito de Lasarte, donde fue Tom Simpson el mejor. Pero tanto o más que esta carrera quedaron en la retina del aficionado las pruebas de amateurs; en línea, el oiartzuarra Jose Manuel Lasa consiguió la medalla de plata en un emocionante esprint. Era Lasa (1940) un ciclista joven con calidad y palmarés, pero ya veterano en el campo aficionado; y veía cómo año tras año ascendían al profesionalismo cantidad de corredores de su misma quinta. Había ganado la Vuelta al Bidasoa y la de Álava esa misma temporada, y seguía siendo una de las esperanzas de los aficionados junto con Txomin Perurena (1943), con quien consiguió también la plata mundial en la crono por equipos dentro del bloque que completaban Mariano Díaz y López Rodríguez. Tanto Txomin, de Astigarraga, como José Manuel conocían al dedillo aquel circuito en el que habían nacido y crecido como personas y también como ciclistas. Perurena, tres años largos más joven que Lasa, se había labrado un palmarés envidiable en aficionados, habiendo ganado un montón de carreras el año en curso, incluidas dos etapas del Tour d´Avenir, Vuelta a Cantabria y Tour d´Anjou. La categoría le venía pequeña. Tanto uno como otro militaban en el recién creado equipo Fagor, que en su primera temporada ya había llenado sus vitrinas con premios tanto individuales como colectivos. Tampoco era de extrañar, al tratarse de una selección de lo mejorcito bajo la dirección de un ex ciclista profesional, conocedor como nadie de lo que se cocía en las categorías inferiores del pelotón vasco y guipuzcoano en particular: Pedro Matxain. Los acontecimientos animaron a la empresa cooperativa de Mondragón a dar el salto a profesionales. Su delegado-puente para los asuntos del equipo ciclista sería Agustín Mondragón y el director, el propio Matxain, en el que confiaron desde el principio. Y manos a la obra con un margen muy breve de tiempo. Ficharon por un lado a los protagonistas del Mundial: Lasa y Perurena con mucho gancho entre la afición vasca, y la pareja formada por Mariano Díaz -ganador del Tour d´Avenir último- y López Rodríguez, ambos de la cantera del Ferrys; el primero madrileño (1939) y leonés (1940) el segundo. Aunque la mayoría de ellos no eran ya tan jóvenes, su falta de experiencia en la elite profesional debía ser equilibrada con hombres bien curtidos en mil batallas. Así lo entendieron los de Arrasate, que no pretendían una simple plataforma para la maduración y promoción de elementos jóvenes con proyección, sino un bloque con garantías de disputar la victoria desde la primera carrera y hasta la última. Reclutaron a tres veteranos, los tres de diferentes vertientes ciclistas y pertenecientes al equipo Ferrys: Luis Otaño (Errenteria, 1934), santo y seña del ciclismo guipuzcoano en los últimos años, rodador potente y buen conocedor del ciclismo francés del que había vestido maillots tan prestigiosos como Saint Raphael, Peugeot o Margnat-Paloma. Otro veterano, Esteban Martín (Avila, 1937), hombre con experiencia internacional y buenas dotes de escalador. El tercero, de apellido muy ciclista pero no tan conocido -Jaume Alomar (Mallorca, 1937)- por su condición de gregario llaneador, especie imprescindible en el armazón de todo equipo que se precie. Triple fuente de alimentación, por tanto: escuelas vasca, castellana y mediterránea. La verdad es que en un principio habían apuntado a lo más alto, pensaron en el mismísimo Anquetil, Poulidor, Gimondi, Van Looy..., pero lo desorbitante de las exigencias -y lo inseguro de los resultados- pusieron en el suelo los pies de los directivos de Mondragón. Fueron completando la plantilla nutriéndose fundamentalmente de gente de Gipuzkoa como Ramon Mendiburu (Donostia, 1940) y José María Errandonea (Irún, 1940), con cierta experiencia y también conocedores directos del ciclismo galo, o el debutante Jesús Aranzabal (Bergara, 1939). El único vizcaíno del equipo fue Luis Pedro Santamarina (Gallarta, 1942), con un año de experiencia en una excelente lanzadera llamada Olsa, Antonio Blanco (Madrid, 1940) y Ginés García (Barcelona, 1941), este último considerado internacionalmente como una de las más preciadas promesas del pelotón, los dos provenientes del disuelto matrimonio Margnat-Inuri. La nómina la cerró Jordi Mariné (Tarragona, 1941), debutante en la categoría. Max Bulla Recopilación de cuatro artículos publicados en www.urtekaria.com
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