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“La tierra de las segundas oportunidades”: El ciclismo africano brota"La tierra de las segundas oportunidades", editado en español por Libros de Ruta, www.librosderuta.com, es un fascinante libro del británico Tim Lewis (ver aquí su ficha completa). Bajo el subtítulo de "El imposible ascenso del equipo ciclista de Ruanda", repasa genialmente la historia de un país que se levanta tras la guerra y en el que la bicicleta sirve para cambiar vidas. BiciCiclismo avanza a continuación un extracto de la obra, de 304 páginas, que se puede adquirir en la tienda oficial de la editorial: www.librosderuta.com. "El este de Ruanda, que delimita con Uganda y Tanzania, era el lugar ideal para que el ciclismo arraigase. Es la parte más ancha de todo el país, y las bicicletas que llegaban allí eran torpes monstruos de acero de una sola velocidad. Es también un lugar un poco más cálido, puede que una pizca menos lluviosa. El otro área en el que las bicicletas estaban ganando terreno era en el profundo sur. Butare era la ciudad más urbana de toda Ruanda, y si los belgas tenían que detenerse en algún sitio, esta era la opción más tolerable –incluso hoy en día sus restaurantes sirven unas fantásticas patatas fritas–. Cuando la universidad nacional abrió sus puertas en 1963, los profesores europeos expatriados, y los estudiantes ruandeses más acaudalados, paseaban sobre sus bicicletas a lo largo de la avenida principal hasta el campus, situado a poco más de un kilómetro y medio al sur del centro de la ciudad. Los domingos, tras acudir a la iglesia, se aventuraban más allá, cubriendo cerca de cincuenta kiló- metros en dirección a Burundi, y regresaban. Los ruandeses que no podían costearse una bicicleta, se inspiraron en las que veían y decidieron improvisar las suyas propias. Las bicicletas de madera, icugutu en la lengua local, son quizás la innovación ruandesa por excelencia, en un ámbito no especialmente prolífico. En realidad se trata de patinetes, tallados rudimentariamente a machete sobre madera de eucalipto; algunas cuentan con asiento, pero la mayoría no, y la única concesión que le permiten a la comodidad es una pequeña tira de caucho alrededor de sus pequeñas ruedas. En palabras de un periodista norteamericano, “Parece como si las hubieran robado del garaje de Pedro Picapiedra”. (Adrien Niyonshuti intentó explicarle a Clive Owen, en aquel evento de Londres, cómo eran: “no tiene pedales, no tiene platos, no tiene piñones, no tiene cadena, no tiene frenos”. Clive parecía desconcertado: “¿Pero entonces qué es lo que tienen?”). Cuentan con un sistema bastante sencillo para poder maniobrar, pero todo lo que tenga que ver con la comodidad de quien las monta es, definitivamente, una cuestión secundaria. Son las mulas del interior de África, y son sorprendentemente efectivas para este propósito: se pueden llenar hasta arriba con cabras emitiendo toda clase de balidos, o con niños parloteando, o incluso con kilos y kilos de plátanos, té y café. En la Ruanda actual, quién esté de visita lo tendrá un poco más difícil para poder verlas: el Presidente Kagame las ha prohibido en las carreteras principales. El mensaje es que en un país ambicioso como lo es Ruanda –que se considera a sí mismo como el estado más limpio y seguro de toda África–, no tienen cabida estos patinetes antediluvianos. (Esto siempre me ha recordado a cuando Muamar El Gadafi ordenó que todos los camellos en el interior de las lindes de la ciudad de Trípoli fueran abatidos porque pensaba que hacían que Libia pareciera anticuada. De manera similar, Kagame ha ordenado una “campaña de erradicación” de los techos de paja en las casas, y todo ruandés que camine descalzo se gana una multa en el mismo momento en que es descubierto). Pero, había por lo menos un argumento en el que era difícil rechistarle al presidente, cuya primera bicicleta, hace más de medio siglo, fue una icugutu, también: conducirlas es prácticamente un suicidio, y son como un imán para los accidentes. Solo tienen dos velocidades: o apenas puedes moverlas o se escapan de tu control como en un sketch de vídeos caseros. Pero, husmeando un poco por cualquier pequeña aldea se pueden seguir viendo en funcionamiento a estas renegadas, una imitación pre-tecnológica de los pick-ups. Quedan algunas en el Congo, se sabe que hay alguna en Uganda, pero ningún otro lugar las adoptó de manera tan entusiasta como Ruanda". Sinopsis
Se trata del cuarto título editado por Libros de Ruta tras 'Sky, El límite es el cielo', 'Nuestro ciclismo por un equipo' y 'Samuel, el ciclista de oro', dedicados, respectivamente, a los primeros pasos del equipo Sky, a los 35 años de historia del actual Movistar Team y a la obra sobre el campeón olímpico Samuel Sánchez Más información en www.librosderuta.com Galería de fotosç
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